Breaking

domingo, 18 de septiembre de 2011

El disparate del mundo

. Afortunadamente, todavía no he aprendido nada de mí. Existe un tipo que me ha puesto nombre, Batania, y va escribiendo poemas en que trata de explicarme, y me toma la temperatura, y me tira la plomada, y me parte en celdillas, y va anotando sin margen de error mis metros exactos de alegría o los gramos de mi tristeza, sin olvidarse las marcas de petunia y notas a pie de página, y es admirable su trabajo y es asombroso su trabajo y realmente es magnífico y loable su trabajo y es inútil. Pobrecito. Pretende conocerme, pero toda su herramienta de explorador se reduce a un triste y viejo alfabeto de veintiséis letras. Y además, aunque pudiera, ¿Para qué necesita conocerme? ¿Cuánto de felicidad encuentra en conocerme? ¿Por qué no trata de besar a las mujeres sin escribirlas, de caminar por los senderos sin numerarlos, de mirar las gotas de lluvia sin registrarlas, por qué no disfruta sencilla y simplemente del soberbio disparate del mundo, por qué? .

No hay comentarios:

Publicar un comentario